Economía ambientalista y justicia social

El crecimiento de la economía de un país, con la asignación eficiente de los recursos naturales, garantizará un futuro inclusive y sano para el disfrute y goce las personas.
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Muchos se preguntarán qué tiene que ver la economía con el ambientalismo, yo diría que mucho. El crecimiento de la economía de un país, con la asignación eficiente de los recursos naturales, garantizará un futuro inclusivo y sano para el disfrute y goce las personas.

Necesitamos tener un cambio de visión y un análisis correcto sobre las políticas públicas, que no sólo tengan buenas intenciones como normalmente creemos, sino también que controlen, para que los funcionarios corruptos no salgan beneficiados siempre, aumentando su capital, que no coincide con sus ingresos.

Por eso es importante este cambio de paradigma, que está ocurriendo en todo el mundo, con un proyecto de desarrollo y crecimiento, pero con una visión ambiental y social, observando los costos y consecuencias.

Las políticas ambientales no tienen que caer en el aplauso rápido para justificar una ideología.

La actividad privada, la civil y el gobierno de turno, tienen que reunir los estudios de impacto ambiental, social y económico, sobre todo emprendimiento que quieran introducir en un espacio que impacte o modifique un ambiente, un lugar.

Como primer mandato, esto debe estar en la agenda de los políticos como prioridad, un ítem innegociable al evaluar una licitación pública, que puede llegar a tener muy malos resultados y consecuencias sociales, ambientales y económicos, que después tengamos que lamentar.

EL COVID 19 es la muestra de que hicimos varias cosas mal. La conectividad mundial hace que las personas, en cuestión de horas, puedan trasladarse físicamente de un continente al otro, sin muchos controles sanitarios, y esto favoreció la expansión del virus, y hoy tenemos que estar encerrados en nuestras casas.

No nos dimos cuenta, pero el cambio climático, algo que parecía una simple frase en el discurso de los ambientalistas, fue el factor fundamental para que esta enfermedad, y otras como el dengue (Aedes Aegyptis) puedan viralizarse aun más las enfermedades, poniendo a toda la población en jaque, ya que los sistemas de salud en toda la provincia y la nación, no están preparadas para esto, indiscutiblemente irán a colapsar en el caso que se agrave la situación.

Los médicos tendrán que decidir a quiénes dan la cama, quién vive y quién muere. Las graves consecuencias ambientales, sociales y económicas, obligaron a los ciudadanos del MUNDO a detenerse. Por eso ahora tenemos que empezar a implementar cambios en las políticas públicas; tenemos que revisar el funcionamiento económico de nuestras sociedades; y no volver al modelo neoliberal que durante décadas viene promoviendo INDUSTRIAS TÓXICAS con el pretexto de dar fuente de trabajo y crecimiento económico. Esto debe cambiar. Las industrias deben ser diseñadas para que prioricen a los ciudadanos, la salud de éstos, la educación de calidad, bienestar social, cultural, el ambiente, el clima y NO MÁS a la economía contaminante.

Debemos tener políticas públicas de desarrollo y crecimiento que ayuden a proteger al trabajador y su entorno, acompañadas de manera obligatoria de una compensación AMBIENTAL por parte de las empresas que quieran invertir, y el compromiso de reducción de gases de efecto invernadero. Solamente así, estaremos empezando a trabajar, de manera concreta, para dejar de herencia una ciudad mejor, una provincia, una nación… a nuestros hijos y nietos. Porque de este mundo no nos vamos a llevar nada, el día en que Dios nos llame.

José «Cacho» Barrios / Presidente Fundación Amigos de los Parques

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