Hasta que un día todo paró, para reflexionar y accionar

La coyuntura de la pandemia COVID-19 ha afectado muy fuertemente al sector turístico, pero a la vez ofrece una oportunidad para la reflexión y la acción.

El turismo ha estado en constante evolución, por un lado, las nuevas tendencias de los visitantes en busca de naturaleza, culturas locales, autenticidad, experiencias, turismo activo; y por otro lado los destinos que desean hacer turismo, apuntando al desarrollo sustentable.

Las estadísticas mundiales mostraban un crecimiento sostenido de las corrientes turísticas alrededor del mundo. Lo mismo ocurría en nuestro destino, los números revelaban crecimientos anuales que alcanzaban el 7% teniendo en cuenta los visitantes al Parque Nacional Iguazú, cerrando el año 2019 con más de un millón seiscientos mil personas.

Hasta que un día, todo paró.

Hoy, la incertidumbre es la norma, y en este marco de incertidumbre la OMT (Organización Mundial del Turismo), siempre con mensajes de esperanza para los destinos, sugiere que contar con información actualizada y fiable es más importante que nunca, y el Secretario General Zurab Pololikashvili insiste en la confianza como la nueva moneda de la “nueva normalidad”, siendo el turismo un importante vehículo que canalice esta confianza.

Aquí nos planteamos un primer escenario, donde serán la media de estos meses los punto de partida clave para tomar aquellas medidas que tiendan a suavizar y a acortar los crecimientos negativos; mediante el cuidado de la salud de los ciudadanos, a nuestro entender primordial; y paralelamente la implementación y capacitación en cuanto al manejo de las medidas sanitarias en todo el destino, brindando así la mayor seguridad y confianza posible a los potenciales visitantes.

La pandemia COVID-19 ha afectado muy fuertemente al sector de viajes y  turismo, aunque ofrece una oportunidad para la “reflexión y acción para la generación de confianza”.

Esto con el fin de crecer nuevamente y crecer de una forma que sea mejor para el planeta, para nuestro destino y para las personas. Los especialistas adelantan que los turistas volverán gradualmente a viajar, pero que serán más exigentes con la higiene, el cuidado de su  salud y la seguridad alimentaria. Y a su vez, demandaran, cada vez más,  espacios naturales, espacios abiertos, espacios al aire libre, espacios sostenibles.

Iguazú como destino turístico depende de la llegada de las corrientes  turísticas, de la actividad se desprenden la mayor cantidad de puestos de trabajo tanto directos como indirectos.

El primer desafío que surge está precisamente relacionado con la generación de confianza, los esfuerzos en el desarrollo de nuevos protocolos de seguridad y la capacitación, pero sin dejar de lado  el diseño de experiencias “nuevas” que sean auténticas y creativas. Se trata de diversificar la oferta de productos y servicios una creación conjunta entre los actores de la actividad turística (públicos y privados) y otros sectores como la agricultura, artesanías, productos agroecológicos y culturales.

También la tecnología jugara un rol preponderante, tanto en los protocolos como en la inteligencia de mercados que permitan estar informados, hacer un seguimiento detallado de la actividad y tomar decisiones acertadas.

Finalmente, la eventual coyuntura que transita el mundo nos propone repensar los nuevos formatos e ideas que tendrán lugar a partir de los cambios producidos, donde el turismo no volverá a ser el mismo, sino que  vendrá renovado y mejorado, para lo cual , los servicios deberán ser concedidos con la mayor celeridad y adaptabilidad a las nacientes necesidades.

Seguramente nos encontraremos ante turistas cada vez más informados y conscientes, buscadores de viajes transformadores con experiencias memorables y auténticas, que demandaran productos y servicios más personalizados, que se adapten a sus gustos y necesidades. Donde cada uno sea el protagonista de su viaje.

Lic. Leopoldo Lucas / Presidente del Iguazú Turismo Ente Municipal – ITUREM