Sonidos del silencio misionero

En Iguazú la naturaleza nos habla siempre. Para escucharla hay que estar en completo silencio, porque habla en un continuo murmullo. Quizás por eso, nuestros hermanos Mbya Guaraníes llaman a su idioma "ñande ayvu", nuestro murmullo.
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En Iguazú, la naturaleza habla constantemente. Para escucharla, hay que estar en completo silencio, porque en general habla en un continuo murmullo apaciguador. Quizás por eso, nuestros hermanos Mbya Guaraníes llaman a su idioma ñande ayvu, nuestro murmullo.

Los que tenemos el privilegio de convivir con ellos en la misma ciudad, podemos afirmar que es muy difícil escuchar a un Mbya Guaraní gritando o vociferando. Solamente los niños gritan y ríen con enormes ganas contagiosas cuando juegan, ¡eso sí es muy común escuchar en sus comunidades, en los arroyos, en sus enormes patios de monte…!

La selva tiene tanto de ellos y ellos tanto de la selva; solo que nosotros no hacemos completo silencio para escucharlos, casi siempre tenemos algo para decir o interrumpir su ayvu. Y ellos, al verse avasallados por nuestra cháchara, generalmente vacía, callan y se retiran, como todos lo hacen en la selva.

Casi nunca tienen la posibilidad de explicar, contar, mostrar… y nosotros nos quedamos con nuestras suposiciones y conclusiones que creemos como verdad absoluta.

Pero allí están, hablándonos todo el tiempo, contándonos los increíbles beneficios que tiene la simple escucha de los cantos, correderas, lluvias, brisas, graznidos, croares, rugidos, y silbidos, que tantas terapias y charlas de expertos espirituales pueden ahorrarnos.

Parar un tiempo nos vino bien, para darnos cuenta que debemos callar y escuchar más; que el vértigo de la información no significa saber más y que la aceleración al hablar no es tener la razón; que la selva más que una aventura es un templo de la reflexión; que el verdadero turismo de selva no reconoce al mercenario, y solo premia al corazón solidario.

 

 

 

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