Nace un líder diferente

Luego de pasar más de cuatrocientos años como esclavos, crearon una nueva nación, que necesitaba un líder diferente, para guiar al pueblo.  
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Luego de pasar más de cuatrocientos años como esclavos, crearon una nueva nación, que necesitaba un líder diferente, para guiar al pueblo.

Dios los libertó de la esclavitud en Egipto, pasando cuarenta años en el desierto de Sinaí y entrando finalmente a la tierra prometida en la tierra de Canaán.

El contexto histórico del pueblo de Israel es lo que más se parece a una anarquía.

No fue fácil porque los habitantes del lugar los rechazaron violentamente. Inicialmente las guerras fueron fuertes sin que llegaran a una victoria completa sino que muchos pueblos del lugar resurgieron con fuerza, llegando incluso a imponerse y dominar por periodos al propio pueblo elegido.

Dios levantaba jueces como caudillos que libertaban a su pueblo de las opresiones. Una etapa triste que duró más de cuatro siglos.

El libro de Jueces en la Biblia relata este tiempo caracterizado por rebeldías y apostasías que hacían que el Señor los dejara a su suerte, a merced de los enemigos que continuamente buscaban devorarlos, hasta que se humillaban y suplicaban el auxilio de Dios que era movido a misericordia y les daba líderes fieles que eran los instrumentos para liberarlos.

Aparte de Samuel y Elí, se registran trece (13) jueces. Uno de los más conocidos fue Sansón cuya vida fue llevada al cine, mostrando cómo fue seducido por Dalila.

En el tiempo del sumo sacerdote Elí, todo se complicaba. Este hombre, que era la máxima autoridad del país, estaba anciano, obeso,  sus ojos se oscurecían, sus hijos no eran piadosos. Así que no se vislumbraba ningún futuro alentador.

Así aparece Ana, segunda esposa de un hombre llamado Elcana, fue tal vez la única persona que se dio cuenta de que hacía falta un líder fiel, reconocido por todos, por medio del cual Dios volviera a manifestarse a su pueblo y lo guiara en el buen camino.

Pero no era nada fácil por varios motivos, que vemos en los siguientes pasajes bíblicos:

1 Samuel 1.1-7   Hubo un varón de Ramataim de Zofim, del monte de Efraín, que se llamaba Elcana hijo de Jeroham, hijo de Eliú, hijo de Tohu, hijo de Zuf, efrateo.

2  Y tenía él dos mujeres; el nombre de una era Ana, y el de la otra, Penina. Y Penina tenía hijos, mas Ana no los tenía.

3  Y todos los años aquel varón subía de su ciudad para adorar y para ofrecer sacrificios a Jehová de los ejércitos en Silo, donde estaban dos hijos de Elí, Ofni y Finees, sacerdotes de Jehová.

4  Y cuando llegaba el día en que Elcana ofrecía sacrificio, daba a Penina su mujer, a todos sus hijos y a todas sus hijas, a cada uno su parte.

5  Pero a Ana daba una parte escogida; porque amaba a Ana, aunque Jehová no le había concedido tener hijos.

6  Y su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le había concedido tener hijos.

7  Así hacía cada año; cuando subía a la casa de Jehová, la irritaba así; por lo cual Ana lloraba, y no comía.

  • Ana era estéril.
  • Su rival la irritaba por algo que no podía remediar.
  • El amor y el buen trato de Elcana no podían evitar su tristeza.

Ante tal situación Ana, aunque tenía motivos para deprimirse o buscar venganza, hizo algunas cosas que son verdaderas lecciones para cada uno de nosotros en cualquier época, en nuestro pueblo, nuestra provincia, nuestro país, porque el corazón humano es siempre igual:

  • Recurrió a la persona correcta.
  • En el momento correcto.
  • Con la actitud correcta.

1 Samuel 1.9-18  Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová,

10  ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente.

11  E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza.

12  Mientras ella oraba largamente delante de Jehová, Elí estaba observando la boca de ella.

13  Pero Ana hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; y Elí la tuvo por ebria.

14  Entonces le dijo Elí: ¿Hasta cuándo estarás ebria? Digiere tu vino.

15  Y Ana le respondió diciendo: No, señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová.

16  No tengas a tu sierva por una mujer impía; porque por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he hablado hasta ahora.

17  Elí respondió y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho.

18  Y ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste.

¡Qué precioso es esto! Ana descubrió algo que nos vendría muy bien a cada uno de nosotros hoy en día. Su fe le ayudó a superar la tristeza.

Isa 57:15  “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.”

1 Pedro 5.6-7  “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;

7  echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.”

Y no tardó en recibir la respuesta esperada, tal como lo pidió “… un hijo varón…”

1 Samuel 1.19-20  “Y levantándose de mañana, adoraron delante de Jehová, y volvieron y fueron a su casa en Ramá. Y Elcana se llegó a Ana su mujer, y Jehová se acordó de ella.

20  Aconteció que al cumplirse el tiempo, después de haber concebido Ana, dio a luz un hijo, y le puso por nombre Samuel, diciendo: Por cuanto lo pedí a Jehová.”

1 Samuel 1.24-28  “Después que lo hubo destetado, lo llevó consigo, con tres becerros, un efa de harina, y una vasija de vino, y lo trajo a la casa de Jehová en Silo; y el niño era pequeño.

25  Y matando el becerro, trajeron el niño a Elí.

26  Y ella dijo: ¡¡Oh, señor mío!! Vive tu alma, señor mío, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti orando a Jehová.

27  Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí.

28  Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová. Y adoró allí a Jehová.”

Ella cumplió su palabra de entregar el hijo al Señor. Había nacido un líder.

Un ejemplo de mujer fiel, instrumento de Dios para traer al mundo, formar y sostener a un hombre fiel.

Tuvo una recompensa abundante que tal vez nunca imaginó en sus mejores sueños.

1 Samuel 2.18-21  “Y el joven Samuel ministraba en la presencia de Jehová, vestido de un efod de lino.

19  Y le hacía su madre una túnica pequeña y se la traía cada año, cuando subía con su marido para ofrecer el sacrificio acostumbrado.

20  Y Elí bendijo a Elcana y a su mujer, diciendo: Jehová te dé hijos de esta mujer en lugar del que pidió a Jehová. Y se volvieron a su casa.

21  Y visitó Jehová a Ana, y ella concibió, y dio a luz tres hijos y dos hijas. Y el joven Samuel crecía delante de Jehová.”

Una de las explicaciones para la conducta apática, sin ambiciones ni objetivos elevados de muchos adolescentes y jóvenes, es que son producto del mal ambiente en que se crían. Sin pretender justificar el mal ejemplo y la corrupción generalizada de la sociedad, consideremos brevemente lo que le tocó vivir a Samuel desde su tierna edad.

1 Samuel 2.12  “Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová.”

 1 Samuel 2.17  “Era, pues, muy grande delante de Jehová el pecado de los jóvenes; porque los hombres menospreciaban las ofrendas de Jehová.”

 1 Samuel 2:22 Pero Elí era muy viejo; y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión.”

1 Samuel 2.23-25  “Y les dijo: ¿Por qué hacéis cosas semejantes? Porque yo oigo de todo este pueblo vuestros malos procederes.

24  No, hijos míos, porque no es buena fama la que yo oigo; pues hacéis pecar al pueblo de Jehová.

25  Si pecare el hombre contra el hombre, los jueces le juzgarán; mas si alguno pecare contra Jehová, ¿quién rogará por él? Pero ellos no oyeron la voz de su padre, porque Jehová había resuelto hacerlos morir.”

1 Samuel 3.1   “El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia.”

¿Podríamos pensar en algo peor para un niño? Pues, allí ocurrió el milagro.

1 Samuel 3.19-21 Y Samuel creció, y Jehová estaba con él, y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras.

20  Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, conoció que Samuel era fiel profeta de Jehová.

21  Y Jehová volvió a aparecer en Silo; porque Jehová se manifestó a Samuel en Silo por la palabra de Jehová.”

Conclusión: Adán y Eva vivieron en un ambiente puro e ideal y allí se rebelaron contra Dios escuchando las palabras fascinantes del enemigo.

Ana y Samuel vivieron en un ambiente muy desfavorable y decidieron ser fieles.

Las actitudes y las decisiones de cada uno determinan el curso de su vida.

Dos versículos del libro de Jueces sintetizan muy bien ese tiempo:

Jueces 17.6  “En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía.”

Jueces 21.25  “En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía.”

La decadencia generalizada se notaba especialmente en lo espiritual, comenzando por el liderazgo.

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