Yaguareté, tradicional juego de estrategia guaraní.

Su nombre es Chivi kora o Jaguarete kora (El corral del Yaguareté) es jugado desde tiempos inmemoriales y sigue muy presente en las comunidades guaraníes.
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Juego Tradicional Mbya Guaraní Yaguareté (Año 2011) en la Escuela Fortín Mbororé

Es un juego que usualmente lo juegan sobre la tierra los niños guaraníes munidos de semillas o piedritas.

Consiste en cuatro gráficos del juego ta-te-ti supuestos formando un gran cuadrado más una zona triangular ubicada en la parte inferior denominada cueva (Kora, en lengua mbya guaraní)

Al iniciarse el mismo se ubican 15 (quince) perros en el extremo superior (o sea en dos casillas completas del símil ta-te-ti) en tanto en la parte inferior (cueva) se ubica el yaguareté.

El juego se inicia con una movida del yaguareté y luego es el turno de los perros intercambiándose el turno de a uno por vez en los movimientos.

La misión de los perros consiste en encerrar al yaguareté y dejarlo sin movimientos (los perros no pueden “comer” al yaguareté, su misión es encerrarlo). En cambio el yaguareté para triunfar debe “devorar” a los perros saltando por arriba de los mismos a la manera del ta-te-ti, siempre que pueda de a uno por vez.

Ganan los perros si encierran al yaguareté y gana el yaguareté si elimina a los perros.

Si quedan 7 (siete) perros en el tablero ya se puede declarar vencedor al yaguareté ya que es imposible encerrarlo.

Es un magnífico juego de estrategia que ha sido transmitido de generación a generación de manera oral y practicándolo en comunidades guaraníes.

El Chivi Kora o Jaguarete Kora es un magnífico juego de estrategia que ha sido transmitido de generación a generación en comunidades guaraníes.

El yaguareté ocupa un lugar muy importante en la simbología guaraní. Significa “la verdadera fiera”. Es considerado por guaraníes y chacareros un animal sagrado. Su aspecto desafiante, su fuerza y su mirada firme han sido, y siguen siendo, inspiración de mitos y leyendas. Los que habitan el monte no lo nombran porque dicen que, al invocarlo, “aparece”.

José Javier Rodas

 

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