El emperador que comió pasto como un animal

Fue un excepcional gobernante de un inmenso y bellísimo imperio, hasta llegó a construir una estatua de oro con su figura y obligó a sus súbditos a adorarla, y por esta soberbia fue castigado.   
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Fue un excepcional gobernante de un inmenso y bellísimo imperio, hasta llegó a construir una estatua de oro con su figura y obligó a sus súbditos a adorarla, y por esta soberbia fue castigado.

La historia registra surgimientos y caídas de imperios, como el egipcio, babilónico, medo-persa, griego, romano, etc., cada uno con sus peculiaridades y características. Algunos, como el caldeo o babilónico, tuvieron líderes con deseos y sueños extremos.

Aquí, echaremos un vistazo al imperio caldeo o babilónico, y a uno de sus emperadores, mencionado ampliamente en muchos registros históricos, estudios arqueológicos, y también, interesantemente, en la Biblia.

El Imperio Caldeo

¿Qué dicen los registros de este imperio? A principios del siglo VI a.C., según el sitio histórico UV.es, la ciudad de Babilonia debía de ser la mayor del mundo. Los arqueólogos han encontrado la puerta de Ishtar, una de las entradas a la ciudad, decorada con ladrillos azules esmaltados con relieves, en rojo y blanco, de toros y dragones. En una eminencia del terreno se levantaba el palacio real, con una superficie de 52.000 metros cuadrados. La estancia mayor era la sala del trono, que tenía 70 metros de largo y casi lo mismo de ancho. Sus muros también estaban decorados con leones en ladrillos esmaltados. Al parecer el rey mandó cubrir de tierra ciertas construcciones, tras lo que se plantaron arbustos.. y flores. Eran los famosos Jardines Colgantes de Babilonia.

Las magníficas construcciones de Nabucodonosor (Imagen: Ancient Originis)

Uno de los registros bíblicos de este imperio, lo describe contundentemente. Las palabras del profeta que habló y registró sobre los caldeos dice:

“Porque he aquí, yo levanto a los caldeos, nación cruel y presurosa, que camina por la anchura de la tierra para poseer las moradas ajenas. Formidable es y terrible; de ella misma procede su justicia y su dignidad.” Habacuc 1.6-7 

Nabudonosor, su emperador emblema

Tal vez sea al que mejor le cabe la calificación de gobernante autocrático:

Una autocracia (del griego «autokrateia») es un sistema de gobierno que concentra el poder en una sola figura (a veces divinizada) cuyas acciones y decisiones no están sujetas ni a restricciones legales externas, ni a mecanismos regulativos de control popular (excepto quizás por la amenaza implícita de un golpe de Estado o de una insurrección en masa).

La monarquía absoluta y la dictadura son las principales formas históricas de autocracia. Desde la antigüedad, el término «autócrata» se escribe en monedas como una característica favorable del gobernante, teniendo alguna conexión con el concepto de «falta de conflictos de intereses.

En síntesis, una autocracia se encuentra definida por el poderío y supremacía de un solo individuo frente al grupo que gobierna; en este sistema el individuo tiene la potestad absoluta de regular leyes y reglamentos a conveniencia y sus seguidores atienden a sus órdenes con ciego fanatismo.

Tenemos mucho que aprender de la historia de este rey y su imperio, ampliamente registrada en la Biblia, especialmente en el libro del profeta Daniel. Nabucodonosor es la figura central en los primeros cuatro capítulos de su libro, en donde se lo ve como un gran conductor sociopolítico de su pueblo, gran gestor creativo, constructor, y estadista. Sin embargo, justamente este éxito lo llevó a “marearse” en las alturas de su ego, y sufrió sus consecuencias.

  1. Se ocupó de la selección, capacitación y formación integral de sus colaboradores, con énfasis en el idioma y la cultura general. Capítulo 1.
  2. En la providencia de Dios, recibió una gran revelación a través de un sueño sobre los planes divinos para la humanidad, en el que vio una inmensa estatua hecha de diferentes materiales, que representaban, según le reveló el mismo profeta Daniel, los imperios que gobernarían el mundo después de él, y la cabeza de ese monumento, que era de oro, representaba al imperio de Nabucodonosor. Por ello, el rey manda a construir una del mismo tamaño que vio en su sueño, pero toda de oro, y obligó a sus súbditos a adorarla. Capítulo 2.
  3. Como humano, semejante revelación le enalteció y decidió divinizarse a sí mismo, construyendo una inmensa estatua que lo representaba, y por decreto exigió a todos sus súbditos que la adoraran. Dios intervino a favor de sus siervos que no obedecieron a ese decreto. Capítulo 3.
  4. Para ubicarlo, Dios le cambió el corazón de hombre a animal, castigándolo con una demencia que lo convirtió literalmente en un animal. Capítulo 4. Así figura este castigo en el libro del profeta Daniel:

Todas estas cosas anunciadas al rey Nabucodonosor, se cumplieron: Un año después, mientras el rey se paseaba por la terraza de su palacio de Babilonia, dijo: «¡Miren qué grande es Babilonia! Yo, con mi gran poder, la edifiqué como capital de mi reino, para dejar muestras de mi grandeza.»

Todavía estaba hablando el rey cuando se oyó una voz del cielo, que decía: «Oye esto, rey Nabucodonosor. Tu reino ya no te pertenece;  serás separado de la gente y vivirás con los animales; comerás hierba como los bueyes durante siete años, hasta que reconozcas que el Dios altísimo tiene poder sobre todas las naciones de la tierra, y que es él quien pone como gobernante a quien él quiere.»

En ese mismo instante se cumplió la sentencia anunciada, y Nabucodonosor fue separado de la gente; comió hierba, como los bueyes, y el rocío empapó su cuerpo, hasta que el pelo y las uñas le crecieron como si fueran plumas y garras de águila.

El aprendizaje de Nabucodonosor

El mismo rey registró su aprendizaje de esta manera: “Cuando el tiempo de la sentencia se cumplió, yo, Nabucodonosor, miré al cielo y me sentí curado de mi locura; entonces bendije al Dios altísimo y alabé con estas palabras al que vive para siempre, con estas palabras:

“Su poder durará siempre; su reino permanecerá de generación en generación. Ante él nada son los habitantes de la tierra. Él actúa según su voluntad, tanto en el cielo como en la tierra. No hay nadie que pueda oponerse a su poder ni preguntarle por qué actúa como actúa.”

“En aquel mismo momento recobré el juicio, el esplendor de mi reino, mi honor y mi grandeza. Mis consejeros y las altas personalidades de mi gobierno vinieron a buscarme, y me puse nuevamente al frente del gobierno de mi nación, llegando a tener un poder todavía mayor del que había tenido antes. Ahora pues, yo, Nabucodonosor, alabo, honro y glorifico al Rey del cielo, porque todo lo que hace es verdadero y justo, y puede humillar a los que se creen importantes”.

Referencias

LIVERANI. M. (2004), Más allá de la Biblia. Historia Antigua de Israel, Crítica, Barcelona.

ROUX, G. (2002), Mesopotamia. Historia política, económica y cultural, Akal, Madrid,

https://www.britannica.com/biography/Nebuchadnezzar-II

https://es.wikipedia.org/wiki/Autocracia).

https://www.uv.eUVs/ivorra/Historia/I_Milenio/SigloVIa.htm).

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