El rey elegido para enseñar

El pueblo pedía un rey, como las demás naciones, y se lo dieron, pero para enseñarles una lección contundente.
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El pueblo pedía un rey, como las demás naciones, y se lo dieron, pero para enseñarles una lección contundente.

La historia de Israel es apasionante, casi increíble. Es como un espejo donde cada ser humano puede mirarse y aprender mucho de su propia condición.

Todo comenzó con Abraham que nació en Ur de los caldeos alrededor del año 1900 a.C.

Dios lo llamó a salir de su tierra y de su parentela dándole dos promesas principales:

  1. Darle un nuevo territorio en un lugar que le mostraría.
  2. Formar de él una gran nación por medio de la cual vendría la bendición al mundo.

El territorio fue en Medio Oriente, en lo que hoy se conoce como Palestina.

La bendición para las naciones vino por medio de Jesucristo, el infinito Dios Hombre. De modo que Dios llamó a un hombre, formó de él una nación para traer al mundo a su Hijo. La existencia de este pueblo escogido es una prueba de que la Biblia es la Palabra de Dios.

El motivo por el que Dios eligió a Abraham y a Israel como su pueblo es un gran misterio, solo explicable por la soberanía y el amor divinos, como leemos en las Escrituras.

“Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra.

No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos;

sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto.” (Deuteronomio 7.6-8)

Luego de haber sido gobernado por Dios en una teocracia, Israel pidió rey, “como las demás naciones”. Dios les concedió, advirtiéndoles lo que implicaba una monarquía:

En el libro de 1 Samuel 8.9-17, se expone claramente la advertencia dada al pueblo de Israel:

9. “Ahora, pues, oye su voz; mas protesta solemnemente contra ellos, y muéstrales cómo les tratará el rey que reinará sobre ellos.

10  Y refirió Samuel todas las palabras de Jehová al pueblo que le había pedido rey.

11  Dijo, pues: Así hará el rey que reinará sobre vosotros: tomará vuestros hijos, y los pondrá en sus carros y en su gente de a caballo, para que corran delante de su carro;

12  y nombrará para sí jefes de miles y jefes de cincuentenas; los pondrá asimismo a que aren sus campos y sieguen sus mieses, y a que hagan sus armas de guerra y los pertrechos de sus carros.

13  Tomará también a vuestras hijas para que sean perfumadoras, cocineras y amasadoras.

14  Asimismo tomará lo mejor de vuestras tierras, de vuestras viñas y de vuestros olivares, y los dará a sus siervos.

15  Diezmará vuestro grano y vuestras viñas, para dar a sus oficiales y a sus siervos.

16  Tomará vuestros siervos y vuestras siervas, vuestros mejores jóvenes, y vuestros asnos, y con ellos hará sus obras.

17  Diezmará también vuestros rebaños, y seréis sus siervos.”

Samuel unge a Saúl como Rey de Israel. (Imagen ilustrativa)

Saúl, primer rey de Israel (1051-1011 ac)

Todo marcha bien hasta que Saúl, obstinado, es arrastrado al pecado. Este rey es incapaz de confiar en Dios y de obedecerle fielmente. “Rebelarse contra Dios es tan malo como consultar a brujos y adivinos le advierte Samuel. No está bien adorar a dioses falsos, ni tampoco desobedecer a Dios. Por cuanto rechazaste la palabra de Jehová, también él te ha rechazado para que no seas rey” (1 Samuel 15:23).

Dios ha ordenado a Saúl invadir a Amalec y destruir “todo lo que tiene”. Pero él no destruye del todo el país. En efecto, su ejército trae consigo ganado y al rey; pretexta que el ganado era para sacrificios y para ser exhibido por el monarca.

He aquí una lección: un hombre puede contar con la bendición de Dios y caminar con Él y, sin embargo, no llegar a la meta señalada. Saúl es elegido por Dios, pero cae en pecado y no se arrepiente de su maldad. Joven y bien parecido, de elevada estatura, “de hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo”; su cuerpo es viril, fuerte, fornido: es físicamente impresionante.

Este hombre, llamado Saúl, hijo de Cis y miembro de la tribu de Benjamín, fue coronado como el primer rey de Israel.  Pronto consigue victorias militares con que se gana el apoyo popular. Sus éxitos le permiten afirmar su autoridad sobre las tribus israelitas y mantener el reino unido.

Al final de su vida, con Samuel ya muerto y ante el abandono  de Dios, Saúl acude a una adivina, la bruja de Endor en busca de respuestas. Va a la deriva espiritual, se hunde más en los celos (trata varias veces de matar a David), el temor, la paranoia, la desobediencia y, al final, el suicidio: la última expresión de la condición infiel de Saúl.

¿Cuál o cuáles fueron las causas de los celos del rey? Entendió que por su desobediencia, fue rechazado por Dios que eligió un joven sucesor.

1 Samuel 16.1  “Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey.”

1 Samuel 16.11-14  “Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son éstos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí.

12  Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es.

13  Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá.

14  El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová.”

Este joven sucesor derrotó al gigante Goliat. Con esta victoria resonante conquistó el corazón de Jonatán, hijo y ayudante del rey, y del todo pueblo; fue alabado, especialmente por las mujeres, lo que resultó insoportable para Saúl.

1 Samuel 18.1-11  “Aconteció que cuando él hubo acabado de hablar con Saúl, el alma de Jonatán quedó ligada con la de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo.

2  Y Saúl le tomó aquel día, y no le dejó volver a casa de su padre.

3  E hicieron pacto Jonatán y David, porque él le amaba como a sí mismo.

4  Y Jonatán se quitó el manto que llevaba, y se lo dio a David, y otras ropas suyas, hasta su espada, su arco y su talabarte.

5  Y salía David a dondequiera que Saúl le enviaba, y se portaba prudentemente. Y lo puso Saúl sobre gente de guerra, y era acepto a los ojos de todo el pueblo, y a los ojos de los siervos de Saúl.

6  Aconteció que cuando volvían ellos, cuando David volvió de matar al filisteo, salieron las mujeres de todas las ciudades de Israel cantando y danzando, para recibir al rey Saúl, con panderos, con cánticos de alegría y con instrumentos de música.

7  Y cantaban las mujeres que danzaban, y decían:

Saúl hirió a sus miles,

 Y David a sus diez miles.

8  Y se enojó Saúl en gran manera, y le desagradó este dicho, y dijo: A David dieron diez miles, y a mí miles; no le falta más que el reino.

9  Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David.

10  Aconteció al otro día, que un espíritu malo de parte de Dios tomó a Saúl, y él desvariaba en medio de la casa. David tocaba con su mano como los otros días; y tenía Saúl la lanza en la mano.

11  Y arrojó Saúl la lanza, diciendo: Enclavaré a David a la pared. Pero David lo evadió dos veces.”

Saúl ataca a David (Imagen Ilustrativa)

Los entendidos en conducta humana podrán calificar con propiedad y decirnos cómo se le llama a este tipo de persona que al parecer se arrepiente, llora y promete no volver a portarse mal, sólo para reincidir indefinidamente. Nos estremece el sólo pensar que alguien así puede estar en posición de poder y autoridad.

Sorprende que Saúl encontrara aduladores obsecuentes que cooperaban con él como delatores y seguidores inescrupulosos como Doeg edomita que ocasionó la muerte de los sacerdotes de Dios bajo la acusación de conspirar a favor de David. (1 Samuel 22.9-22). Sería largo enumerar tantas otras injusticias y arbitrariedades que cometió Saúl.

Saúl prácticamente se dedicó a perseguir a este pastorcito de Belén que siempre escapaba de sus malvadas intenciones y le perdonó la vida dos veces, cuando Dios lo entregó en sus manos.

1 Samuel 24.16-20  “Y aconteció que cuando David acabó de decir estas palabras a Saúl, Saúl dijo: ¿No es esta la voz tuya, hijo mío David? Y alzó Saúl su voz y lloró,

17  y dijo a David: Más justo eres tú que yo, que me has pagado con bien, habiéndote yo pagado con mal.

18  Tú has mostrado hoy que has hecho conmigo bien; pues no me has dado muerte, habiéndome entregado Jehová en tu mano.

19  Porque ¿quién hallará a su enemigo, y lo dejará ir sano y salvo? Jehová te pague con bien por lo que en este día has hecho conmigo.

20  Y ahora, como yo entiendo que tú has de reinar, y que el reino de Israel ha de ser en tu mano firme y estable,…”

1 Samuel 26.21-25  “Entonces dijo Saúl: He pecado; vuélvete, hijo mío David, que ningún mal te haré más, porque mi vida ha sido estimada preciosa hoy a tus ojos. He aquí yo he hecho neciamente, y he errado en gran manera.

22  Y David respondió y dijo: He aquí la lanza del rey; pase acá uno de los criados y tómela.

23  Y Jehová pague a cada uno su justicia y su lealtad; pues Jehová te había entregado hoy en mi mano, mas yo no quise extender mi mano contra el ungido de Jehová.

24  Y he aquí, como tu vida ha sido estimada preciosa hoy a mis ojos, así sea mi vida a los ojos de Jehová, y me libre de toda aflicción.

25  Y Saúl dijo a David: Bendito eres tú, hijo mío David; sin duda emprenderás tú cosas grandes, y prevalecerás. Entonces David se fue por su camino, y Saúl se volvió a su lugar.”

Para cerrar su triste existencia, terminó quitándose la vida al verse derrotado en una batalla contra los filisteos a quienes tantas veces había vencido.

Para darle un cierre «normal», debería incluirse al final este capítulo, uno de los más tristes y negros de la Biblia, que viene a confirmar lo que ya dijimos acerca de la franqueza y honestidad de las Escrituras, lo que generalmente no ocurre con los libros de historia seculares que dejan muchas cosas libradas a la imaginación y conjeturas de las generaciones siguientes.
Así termina la historia de Saúl, el primer rey de Israel, dejándonos una lección contundente sobre el comportamiento premiado por Dios y la conducta que Él desecha:

1 Crónicas 10.1-14   

1 «Los filisteos pelearon contra Israel; y huyeron delante de ellos los israelitas, y cayeron heridos en el monte de Gilboa.
2  Y los filisteos siguieron a Saúl y a sus hijos, y mataron los filisteos a Jonatán, a Abinadab y a Malquisúa, hijos de Saúl.
3  Y arreciando la batalla contra Saúl, le alcanzaron los flecheros, y fue herido por los flecheros.
4  Entonces dijo Saúl a su escudero: Saca tu espada y traspásame con ella, no sea que vengan estos incircuncisos y hagan escarnio de mí; pero su escudero no quiso, porque tenía mucho miedo. Entonces Saúl tomó la espada, y se echó sobre ella.
5  Cuando su escudero vio a Saúl muerto, él también se echó sobre su espada y se mató.
6  Así murieron Saúl y sus tres hijos; y toda su casa murió juntamente con él.
7  Y viendo todos los de Israel que habitaban en el valle, que habían huido, y que Saúl y sus hijos eran muertos, dejaron sus ciudades y huyeron, y vinieron los filisteos y habitaron en ellas.  
8  Sucedió al día siguiente, que al venir los filisteos a despojar a los muertos, hallaron a Saúl y a sus hijos tendidos en el monte de Gilboa.
9  Y luego que le despojaron, tomaron su cabeza y sus armas, y enviaron mensajeros por toda la tierra de los filisteos para dar las nuevas a sus ídolos y al pueblo.
10  Y pusieron sus armas en el templo de sus dioses, y colgaron la cabeza en el templo de Dagón.
11  Y oyendo todos los de Jabes de Galaad lo que los filisteos habían hecho de Saúl,
12  se levantaron todos los hombres valientes, y tomaron el cuerpo de Saúl y los cuerpos de sus hijos, y los trajeron a Jabes; y enterraron sus huesos debajo de una encina en Jabes, y ayunaron siete días.  
13  Así murió Saúl por su rebelión con que prevaricó contra Jehová, contra la palabra de Jehová, la cual no guardó,(A) y porque consultó a una adivina, 
14  y no consultó a Jehová; por esta causa lo mató, y traspasó el reino a David hijo de Isaí.»  

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